A algunos, creo que esto de “viene otra ola, viene otra ola, ji, ji, ji, ja,ja,ja” les trae reminiscencias de los veranos en la playa, jugando con los niños a ser vapuleados por al traqueteo constante del agua del mar en la orilla. A recordar la canción de Marisol “Ola, ola, ola, no vengas sola…”
O eso, o que son… sencillamente gilipollas. Si no, no se entiende.
A veeeeer, que no. Que no va así la cosa. Que estas olas que últimamente nos sacuden con saña no son las olas del mar que nos provocan la risa histérica. Son olas… de dolor y muerte que provocan llanto. No es lo mismo.
Me asaltan dudas razonables de que los gilipollas sin mascarilla, o con la mascarilla tapándose la garganta mientras gritan, bailan, niegan y se rozan en manada, tengan capacidad mental suficiente para pillarlo.
Por eso propongo que, ya que andamos entre símiles marinos, que, a estos imbéciles, cuando sean pillados en actitud antisolidaria y asesina, pasándose la litrona con la mano izquierda y grabando la gilipollez con la derecha, sean apaleados en toda la boca con un remo de los de madera, de los que llevan las traineras.
Perderán los dientes, sí, pero puede que ganen algo de sentido común. Ese sí es un daño asumible por la sociedad.