Un pequeño aperitivo de lo que podrás encontrar en este libro.
37. — HIC EGO CACAVIT (AQUÍ CAGUÉ YO)
Desde tiempo inmemorial
filósofos y escritores,
religiosos y doctores
en busca de la verdad,
en busca de la razón,
la piedra filosofal,
la sabiduría final,
se plantean la cuestión:
Indagan si el ser humano
es materia o energía,
si es poseído por la carne
o si un espíritu le guía.
Permitid vuesas mercedes
que ante tan graves pesquisas
me meta yo en estas camisas
para dar mis pareceres.
Y es que, aunque tocados seamos
por leve soplo divino,
en este arduo camino,
todos, la carne arrastramos.
Hasta el hombre más preclaro
o la más gentil doncella,
igual da si es él o es ella
han de pasar por el aro.
El filántropo y el santo,
el rey y su vasallaje,
todos, de cualquier pelaje,
tienen que, de tanto en tanto,
someterse a los carnales
y materiales preceptos,
por más que sean abyectos,
de las pautas corporales.
Es muy sabio el refranero
de esta nuestra piel de toro,
con mucho o poco decoro,
nos espera el cagadero.
Para retar a la muerte
no hay más sano proceder
que tras copioso comer
acabar cagando fuerte.
Quede, pues, claro a la gente
que, aunque nos creamos sutiles,
nos manchamos los perniles
poco delicadamente.
Es verdad, tenemos alma,
lo tengo claro de veras,
pero esta es prisionera,
si lo pensamos con calma,
de la carne vil y odiosa.
Pues cuando se ha de apretar
porque hay ganas de cagar
no es nada espiritual la cosa.
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