JUAN EULOGIO Y FAMILIA VAN… A COGER SETAS.

¡Qué bonito es el otoño cuando le sale del… mondongo! Quié icir, cuando sale un día bonito… de otoño. Temperatura ideal, no hace frío, tampoco el bochorno del verano, la naturaleza se viste con unos naranjas y ocres preciosos…

Pues sí. Juan Eulogio se ha levantado hoy sábado muy tempranito, por eso no ha podido ver qué día hacía,  y ha dado un codazo a Paquita, su santa, que ronca como si no lo fuera.

     –¡Venga que se nos adelanta todo el mundo como vayamos tarde!

Paquita intenta razonar, aunque completamente dormida, no llega a ninguna conclusión positiva. ¿A las cinco de la mañana? ¿Un sábado? ¿Este tío es gilipollas o qué le pasa?

Se da la vuelta para intentar seguir durmiendo pero Juan Eulogio la vuelve a agitar, esta vez, con más contundencia, a punto de descoyuntarla. Cuando Paquita está en el entresueño, en el limbo, no siente ni padece porque desconecta completamente del mundo de los despiertos  y Juan Eulogio, un tanto vengativo aprovecha estos valiosos minutos para hacer cosas que ni se atrevería a hacer cuando su mujer está despierta: Un codazo en las costillas… un comentario ofensivo entre dientes… un pedo traicionero dirigido hacia el centro de la cama… En fin,  rocecillos conyugales, qué os voy a contar…

     –¿Quieres comer patatas con níscalos o no?

Escuchar la palabra mágica “níscalos” ha surtido un efecto sorprendente que le ha hecho poner pie a tierra en cero coma y comenzar a vestirse. Ni siquiera se ha acordado de pegarle a su costillo el estufido mañanero al que le tiene acostumbrado. Da igual la excusa, siempre hay alguna. Paquita es especialista en ello a la hora de levantarse. Después se le pasa, pero sí, tiene un despertar algo torcido y violento. En fin, rocecillos conyugales, qué os voy a contar….

Juan Eulogio, que esperaba esta primera andanada cual perro de Pavlov, aunque sin salivar, se sorprende en grande. El día no empieza bien –piensa-. Al menos no empieza normal. Tiene un mal presentimiento.

No tienen con quien dejar a Elyonatan ni a Layesi porque a la cucaracha, la señá Virtudes, mamá de Paquita y lo que es peor, mamá política de Juan Eulogio, se le ha metido en el entrecejo acompañarles argumentando que ella es conocedora de todo el catálogo de setas que son comestibles. Por ello levantan a los niños a traición. Como siguen prácticamente en estado REM no tienen capacidad ni siquiera de protestar. Paquita prácticamente los viste. Juan Eulogio los baja al coche y los echa en el asiento de atrás. La cucaracha se acopla en ventanilla por si se marea.

Juan Eulogio refunfuña porque con tanto preparativo han perdido un tiempo precioso. Se les van a adelantar los parados, los jubilados y los rumanos, que arramplan con los níscalos para venderlos y sacarse unos eurillos… ¡Hay que buscarse la vida como sea!

¡Hala, A coger setas!

Juan Eulogio ya ha perdido varios niveles de felicidad desde que se ha levantado. Su suegra es para él como un agujero negro que le chupa la alegría. Mírala, ahí va dormida, con la boca abierta y roncando como un jabalí. Ganas le dan de parar y echarla en la cuneta. Pero esto solo es un pensamiento que se cuida de decir en voz alta delante de Paquita.

El viaje no es demasiado largo, unos setenta kilómetros hacia Tamajón, en Guadalajara, tierra abundante en pinares que da paso a la zona de la arquitectura negra, una bella y desconocida muestra de arquitectura rural de pizarra en esta provincia española.

Amanece hacia el este  pero el día está bastante más cerrado de lo que las previsiones meteorológicas apuntaban. De hecho, tras apartarse por un camino que conocen, han detenido el coche al pie de un inmenso pinar y han empezado a caer las primeras gotas de lluvia. El pinar se asemeja a la Gran Vía de Madrid un sábado a las ocho de la tarde. Hay gente por todas partes portando cestas de mimbre.

Juan Eulogio, con rostro sombrío, echa mano de los chubasqueros que siempre lleva en el maletero del coche, coge su cesta y se aleja rezongando…

Tras diez minutos caminando por el cada vez más impracticable camino, ya se ha calado todo lo que se tenía que calar pues la lluvia arrecia y el chubasquero lo compró en un todo a cien  y le acaba de dejar tirado. Pero ha madrugado para ir a por setas y ¡Por sus santos cojones que no se vuelve aunque sea con un puñado de ellas!

Paquita, más inteligente, se ha vuelto a meter en el coche donde duerme a pierna suelta junto con los nenes y su madre. Para evitar pasar frío ha arrancado el vehículo y ha puesto la calefacción.

Los coches que hasta ahora proliferaban en la zona, aparcados en cualquier recodo del camino comienzan a desaparecer a medida que pasa el tiempo sin abrir el cielo y sus propietarios huyen de la segura mojadura.

Todos menos Juan Eulogio, que está completamente venado, en busca de algún miserable níscalo. Búsqueda infructuosa, todo hay que decirlo.

Por fin, al cabo de cuatro horas, con tres níscalos de los pequeños en la cesta, calado hasta los huesos, tosiendo y estornudando, la ropa hecha girones y las botas completamente manchadas de barro, arañazos por el todo el cuerpo como si fuera el novio de María Lapiedra y una brecha en la cabeza que se ha hecho deslizándose por una pendiente en extremo resbaladiza por lo embarrada y frenando en seco con una rama baja de un pino, una de las más gordas… vuelve Juan Eulogio con cara de pocos (o de ningún) amigos.

A la vuelta han parado en la carretera a comprar a alguien que vende níscalos  si quiera un par de kilos para no volverse con las manos vacías.

Cuarenta euros de vellón le ha costado el capricho.

Juan Eulogio vuelve al coche renegando de la vida:

¡Mierda de tiempo! ¡Mierda de día! ¡Mierda… de níscalos!

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8 respuestas a JUAN EULOGIO Y FAMILIA VAN… A COGER SETAS.

  1. Óscar dijo:

    Al próximo día que coja trigueros. Que con unas migas estén cojonudos

  2. cmacarro dijo:

    Seguro que le secuestra la CET (Camorra de Espáragos Trigueros).

  3. bestasalvaxe dijo:

    la suegra es un agujero negro jajajajaja

  4. Ya echaba de menos a Juan Eulogio… Y como siempre todo le sale mal. Que vaya a ver si lo han echado un mal de ojo o algo. Seguro que fue la suegra.

  5. Nieves dijo:

    El remate de pararse a comprarlos es para que te de diarrea al comerlos… Pobre hombre, cada vez le comprendo mas! Besos remojados.

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